¿Podemos ser atacados por juguetes-robot? ¿Puede la aspiradora convertirse en una 'espía'? Un estudio muestra algunas vulnerabilidades de los robots domésticos comercializados, que podrían caer bajo el control de un tercero con relativa facilidad.
Existen ya máquinas que, como el aspirador automático Roomba, son capaces de moverse y cumplir su tarea de manera autónoma. La robótica también está presente en los hogares a través de algunos juguetes, dispositivos de vigilancia y otros relacionados con la domótica, a menudo controlados de manera inalámbrica.
Según informa PC World, investigadores de la Universidad de Washington se preguntaron qué ocurriría si algunos de estos ingenios domésticos fuesen 'hackeados' y acabaran bajo el control de un tercero. El resultado es un informe sobre tres robots domésticos que existen en el mercado: Spykee, RoboSapien y Rovio.
El estudio muestra lo sorprendentemente fácil que resultaba comprometer la seguridad de estos aparatos, según afirmó Tadayoshi Kohno, coautor de la investigación. Algunos de esos robots funcionan como puntos de acceso inalámbrico a la red, y los miembros del estudio descubrieron que era relativamente fácil conectarse a una de estas máquinas desde cerca.
De hecho, el robot de vigilancia Rovio se puede controlar desde Internet, lo que le convierte en una perfecta máquina de espionaje por control remotro si un tercero se hace con el nombre de usuario y la contraseña de su dueño.
En el informe se analizan también comportamientos como el "vandalismo robot" e incluso el "suicidio robot", entre otros posibles 'comportamientos' de máquinas bajo el control de un tercero.
Lejos de un panorama en el que las máquinas tomen autoconciencia y se levanten contra la Humanidad, los investigadores alertan de la facilidad con la que máquinas domésticas pueden caer bajo el control ajeno.
La finalidad del estudio no es asustar, sino concienciar a los fabricantes de robots domésticos para que la seguridad forme parte del diseño original de los mismos.
Información obtenida de http://www.elmundo.es
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